Ximena Ureta
Intercambio España
Dentro de mi intercambio Erasmus en Badajoz, España creo que lo más valioso fue cuando estuve en el programa Erasmus en Schools. Ahí, pude trabajar con otros estudiantes de intercambio, representando a los 5 continentes, para apoyar en el Campamento EiS, un programa intercultural en un campamento de verano para niños en Alicante coordinado por ESN España. Combinamos danzas, comidas típicas, geografía, cuentos y leyendas de Australia, Lituania, Turquía, Japón, India, Estados Unidos y Guatemala para extender nuestras culturas hacia la juventud española. La fuerte conexión acá vino de aprender de diferentes culturas al mismo tiempo que yo transmitía mis conocimientos, aprendí al mismo tiempo que yo enseñaba por lo que creo que fue un aprendizaje completo. Posteriormente, este proyecto fue reconocido como el mejor proyecto social a nivel europeo del año en el #AGMwarsaw, recibiendo el SocialErasmus STARaward.
Maestría
La clara diferencia entre un intercambio Erasmus y una maestría es el tiempo, pero la edad que tenemos en cada experiencia es vivida hace que sean etapas únicas entre sí. Hoy estoy afrontando mi maestría como una mujer adulta, que tiene diferentes sueños y motivaciones de la joven que se fue a sus 21 años de intercambio. Sin embargo, el haber tenido una experiencia tan plena como estudiante de intercambio me dio la confianza de afrontar un intercambio de mayor calibre. Después de completar mi primer semestre en Finlandia, reconozco que mi principal reto hasta ahora ha sido el clima de invierno en los países nórdicos. Para alguien que ha vivido toda su vida en un país tropical, no esperaba y no dimensionaba el impacto de tener alrededor de seis horas de luz al día y una temperatura que no sube de -2° por más de cinco meses. Los primeros días son extraños, porque uno no sabe a qué horas dormir o a qué horas comer. Pero como dice una canción, intenté amarrarle una soga al sol para que en mi corazón siempre haya calor. Me di cuenta que la vitamina D que nos da el sol también puede provenir de mis amigos, de mi familia y de mi pareja. El apoyo que cada una de esas personas me ha dado, tanto cerca como en la distancia, magnificó el cariño que nos tenemos. Aprecio más que antes nuestras conversaciones más triviales, desde contar qué vamos a comer o que vimos a un conejo en el bosque. Quiero resaltar especialmente a mis compañeros latinos, los cuales estudian conmigo la misma maestría en bosques. Convivo constantemente con dos colombianos y una boliviana, esas tres personas se han vuelto mi familia aquí. Puedo seguir mencionando a muchísima más gente de mi maestría, porque somos un grupo muy unido. En esta nueva experiencia, las conexiones que traigo desde mi casa y las que hice aquí han hecho que este invierno finlandés sea ameno y cálido, pues el genuino el calor que uno se lleva desde casa y se transforma en un nuevo hogar a kilómetros.